Yo juego para vos, mamá
29 de junio de 1986, 8:20 pm, Diego Maradona se comunica desde México vía una cadena radial con su madre “Tota” en Argentina, tras ganar la Copa del Mundo ante Alemania:
Tota: Hola, mamita.
Diego: ¿Cómo estás mamá?
Tota: Mi vida..
Diego: Te quiero mucho mamá..
Tota: Yo también mi amor, andá a descansar hijo que me hiciste la madre más feliz del mundo hoy.
Diego: Yo juego para vos mamá.
Tota: Sí mi amor, sí mi vidita
Jose María Muñoz (periodista): Gracias Diego, dale un beso a través del micrófono porque se está emocionando mucho y estamos llorando todos. Adelante Diego.
Diego: Te llamo después Mamá. Te quiero mucho. Un beso grandote para todos, dale un beso a "Lalo" y al "Turco" y deciles que quiero hablar con ellos después, mamá.
Tota: Sí mi amor. (…)
Debió ser a principios de 2011 cuando en el Externado, antes de iniciar la clase de Estadística Matemática, el profesor Isaac Palacio Brugés nos dijo a los presentes: “Señores, señoritas, si me permiten, hoy quiero dedicarle esta clase a mi hijo”.
Ese hijo, estudiante de Biología y Sociología en otra universidad bogotana, se encontraba sustentando su tesis conjunta sobre la Piangüa y las comunidades que la recolectan en la Costa Pacífica colombiana. Por supuesto fue una sesión memorable por parte de un profesor extraordinario.
Ahora, ¿Cómo así que dedicarle una clase a alguien? ¿Qué tiene de extraordinario una clase rutinaria en un día de semana cualquiera? “Si yo fuese a dedicar algo dedicaría una Copa del Mundo como Maradona a su madre” me dije a mí mismo. ¿Qué es lo dedicable en esta vida entonces? Con los años he comprendido que ese del profe, fue un acto de amor genuino.
La rutina de lo extraordinario
Para mí siempre será válido dedicar canciones, poemas, atardeceres, goles (que son amores) o títulos académicos. Lo realmente novedoso está en dedicar lo rutinario, lo cotidiano, aquello que en principio no emociona. En este grupo caben un sinfín de categorías: un logro, un reto, una conversación difícil con un@ compañer@ de trabajo insufrible, una dificultad, un emprendimiento, una recuperación, una remontada, un tratamiento médico, un proceso, una receta, la madrugada para un viaje, el silencio a veces necesario ante un llamado de atención, etc. Podemos dedicar nuestras tareas más comunes para realizarlas de manera extraordinaria porque normalmente nos sale mucho mejor eso que hacemos con amor para entregarlo simbólicamente a otra persona.
He aquí lo último en guaracha: dedicarle algo a alguien con desinterés, si bien no es la única, es una fuente de inspiración y motivación inagotable. Yo me pregunto ¿A quién dedicaba Catherine Ibarguen sus entrenamientos antes de competir? ¿En quién pensaba Gabo cuando escribió los manuscritos de sus más grandes obras? ¿Vieron al medallista olímpico Yeison López, quebrarse en una entrevista al conversar con su mamá? ¿Qué recordó de ella, de sus luchas diarias, sus rutinas? Creo que hay que meter una frase en la billetera y cargar siempre con ella: lo simple es poderoso y fuente de fortaleza.
¿Cuánto vale una dedicatoria?

Hay gente en el mundo que agrega valor con despertarse. Sé de personas que se caminan las ciudades capitales de este país buscando acabar con el hambre o la falta de educación. Sé también de soldados que pasan meses en la selva, arriesgando sus vidas y su salud, realizando patrullajes en zonas de alto riesgo. He leído suficiente sobre los migrantes del Tapón del Darién que en busca de un mejor futuro, van all in con lo que cargan en sus vidas, apostándole a que el sol empiece a salir de otra manera para sus hijos. He visto a personas como éstas dedicar sus días y sus tareas a otros.
Mis respetos para el conductor del bus intermunicipal que por 10 horas transporta a personas de una ciudad a otra en las vías montañosas de Colombia. Mi agradecimiento para quienes logran que a diario pueda tener electricidad en mi casa a propósito del enorme problema que esto representa para la costa Caribe. Si alguno de ellos quisiera dedicar su rutina ¿Cuál vale más? ¿La de ellos o la dedicatoria del asombroso logro de Maradona tras vencer a Inglaterra y a Alemania?
Como respondería un buen economista: es relativo, son peras y manzanas. No hay unidades para medir y comparar la motivación generada pues sólo cada persona es consciente del esfuerzo real que implica llevar a cabo una tarea puntual. Así pues, es una evaluación individual la que se hace a la hora de decidir dedicar algo y el contenido de valor que ello conlleva.
Mi abuelo el Arriero
Dedicar un día especialmente difícil a quienes tenemos más cerca del corazón puede ayudarnos a hacer la vida más llevadera. También vale la pena (y mucho) dedicar los días buenos y yo tiendo a dedicarle los míos a la memoria de mi abuelo, Rosendo Sánchez. Él no pudo estudiar más allá de quinto de primaria en su tierra Pácora, Caldas y con motivo de la violencia partidista de la época, migró dejando atrás a sus padres y sus 12 hermanos menores. Después se dedicó a la arriería, vendió carbón y trabajó como operario de una empresa textil hasta su pensión, sin subirse nunca a un avión o conocer el mar.
Procuro hacer esta tarea casi a diario como un alivio y forma de lucha contra el síndrome del impostor. Mi lógica es que si él viviera, creería ciegamente en mí y jamás me consideraría incapaz de hacer algo; no tendría yo cara para llegar a lloriquear ante alguien que caminaba por días por las montañas bajo la intemperie para ganarse la vida.
Si él, que vivió su vida como pudo con lo que tuvo no me consideraría un fraude, tampoco tengo yo derecho a creer que no soy capaz de hacer algo o superar cualquier obstáculo. Jaque mate a mi voz interna cuando intenta llevarme por el camino de la negatividad o el pesimismo.
Para mí, el recuerdo de mi abuelo me da fuerza, me recuerda que he tenido otras condiciones de vida diferentes a las suyas y que tengo un deber conmigo mismo de hacerme mejor y más fuerte. Hoy le honro dándoles a conocer a ustedes su nombre y su historia.
El profe Palacio sin proponérselo me dio una lección de vida y quiero agradecerle donde quiera que se encuentre. Por su parte la llamada de Maradona a su mamá en un momento histórico enternece pues fácilmente podemos identificarnos con su sentimiento. Ejemplos de lo rutinario y lo extraordinario, realizados con excelencia, para dedicar lo mejor a un ser querido.
No se necesita una canción especial o un atardecer espectacular para dedicarle amor a otra persona. Si todos osáramos dedicar intencionalmente nuestras labores, nuestros días y nuestras luchas a quienes caminan con nosotros por la vida, entenderíamos que todo es dedicable pues es sujeto de ser ejecutado de manera extraordinaria, y esa realidad si llevaría a un país y un mundo distintos. Dedicar con convicción puede darnos la motivación que a veces necesitamos en medio de tanto caos.